Te llevo dentro de mí (primera parte)

La anterior frase podrá evocar recuerdos románticos, en los que se expresa un gran cariño o se recuerda a la persona con mucha fuerza o nostalgia, pero en este caso nada tiene que ver, y lejos de tener una connotación afectiva, es por demás una expresión grotesca en cuanto a este artículo se refiere.
Lo anterior, por que el tema del que trataré hoy es el canibalismo, la practica de alimentarse con carne de miembros de la misma especie, en este caso, nosotros los humanos.
Se dio hace unos días un caso en el Distrito Federal, de un escritor frustrado de novelas de terror al que no le quedó más que convertirse en protagonista de su propia historia. Como ya lo habrán podido ver en noticias, no sólo su novia Alejandra había sido víctima, si no que ya era la tercera en la cuenta. Y sólo él sabe (y sabrán los peritos) como fueron esos crímenes.

Pero, ¿por qué el canibalismo?
Este es el resultado de una constante degeneración mental, la que provoca que se pierda el contacto con la realidad y haga a la persona cometer actos que no están dentro de nuestra naturaleza. La mayoría de las veces, en casos de canibalismo “contemporáneo” la motivación que lleva a las personas a ingerir miembros de sus semejantes es meramente sexual, como claramente lo podemos ver con el caníbal del D. F. y también con Armin Meiwes, el conocido “caníbal de Rottenburgo”.

El platillo del día.
El caso de Armin Meiwes fue muy sonado, ya que con ayuda de Internet, conoció a gente interesada en todo tipo de tortura sexual, que tuviera un nivel de fetichismo tan desproporcionado como para dejarse cortar un miembro de su cuerpo por mero placer.
En este caso el miembro amputado fue el pene de la víctima, y después de que los dos lo degustaron, el mutilado fetichista falleció desangrado.
Después de atrapado, en la computadora del Sr. Meiwes, sólo se encontraron imágenes de autopsias y de todo tipo de tortura física.