Después de tantísimo tiempo, retomando un poquito la necesidad de la escritura, dentro de la claridad que el ratito nocturno y los sonidos que acarician los tímpanos; se me ha ocurrido narrar un poco las experiencias que musicalmente ingresan al plano de las emociones y sentimientos de nuestras vidas; cotidianas o no.
Tal es el caso de una obra que encontré hace algunas semanas en una tienda de discos, como material de importación con un costo superior a los 350 pesos. Cuatro tracks, un estuche con material fotográfico al interior y la posible satisfacción de complementar una banda sonora que parte de una de las cintas mas controversiales del cine de autor: El Imperio (Inland Empire, 2006)… David Lynch.
El soundtrack igualmente puede ser conseguido en el mercado global de la internet. Sin la presencia de su realizador de lo anterior (Angelo Badalamenti), Lynch junto a otros colaboradores dieron origen a una transición y lenguaje narrativo en la música de la obra misma cinematográfica que tiene la peculiaridad de despegarse y sacudir los sentidos de alguna forma ante el deconstructivismo que posee. (Ref. La película, en sí misma, que brindará una experiencia lúdica y muy particular al espectador).
Basta de hablar de la cinta… retomando el tema central de este artículo pseudo-musical, la obra artística en cuestión se llama Polish Night Music; compuesto e interpretado en un ejercicio libre y una contextualización específica por el director de la cinta citada anteriormente, David Lynch y por su colaborador y piano – virtuoso Marek Zebrowski.
En un ejercicio de experimentación libre y en un estreno ante un público selecto en el Consulado de Polonia en Nueva York, el cineasta y visionario junto a su camarada deleitaron, en un ambiente apegadísimo a las emociones oscuras de El Imperio, su música; que parte de un minimalismo a una exploración de lo que pudieran ser las ideas suscitadas por el filme mismo o el desdoblamiento que tiene la música por la música misma.
Los cuatro tracks, dejan entrever la base inspiracional para la creación en la improvisación de la música que obtuvieron de experiencias conjuntas, visitas y una reflexión de un mundo frío, falso, industrial, extraño y que a la vez nos pertenece tanto, que fundamenta su existencia en lo que se abstrae. Como he planteado anteriormente, Polish Night Music complementa y expande a su vez el concepto delimitado (y expandido en sí mismo) por el soundtrack anterior y la cinta misma.
Escucharlo, con un buen ambiente a su vez puede ser un factor que contribuya a una experiencia mucho más lúdica de la mano de Lynch y Zebrowski en relación a lo que nuestra misma imaginación puede ir planteando a través del caminar por los oscuros pasajes, paisajes, callejuelas e interiores oscuros que podemos de alguna manera imaginar allá en dónde nuestras conciencias apagan sus luces y dónde las sensaciones se suceden entre sí apoyadas en las imágenes, de las cintas o no. Está ya en el albedrío del escucha.
Lynch entonces complementa su visión, realizadora; en una obra que bien vale la pena para ilustrarnos un poco en la creciente u fría oscuridad de las emociones… su más conmovedora obra que igualmente vale la pena explorar por partes; con visiones abiertas y oídos atentos a una experiencia sobrecogedora.
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